Juan Aitor Lago Moneo
Director del Departamento de Investigación
Constanza Business & Protocol School
Parece que los griegos han despertado de este sueño en el que Tsipras les sumió, según el cual Europa iba a rescatar el país a cambio de nada. Tsipras logró que una mayoría votara lo que él quería en un referendum absurdo, que lo único que logró fue generar aún más desconfianza en un país que lleva en coma inducido (por él mismo, y sostenido por la UE), desde hace cinco años. Ahora Tsipras, lo que toca son unas condiciones aún más duras que las que presentó la Troika en su momento, y a las que Vd. y su gobierno se opusieron, para después engañar a sus conciudadanos para celebrar un espectáculo que además de costarles dinero, y tiempo, les ha llevado a una situación mucho más difícil, si cabe, que la que ya tenían.
Y muchos nos preguntamos ¿y ahora qué Sr. Tsipras? Pues se lo voy a explicar de una manera muy clara: ahora, a sufrir todavía más que antes. ¿Es eso posible? Que se lo digan a los millones de griegos que tienen su dinero enclaustrado en el banco porque sólo pueden sacar 60€ al día, gracias a las gestiones del Sr. Tsipras y del Sr. Varoufakis. Gracias a Grecia ya sabemos lo que es “hacer un Papandreu”, básicamente decir una cosa para luego retractarse y hacer la contraria. Ahora también sabemos lo que es “hacer un Varoufakis”: insultar y reírte de aquellos que tienen que sacarte las castañas del fuego, o como se dice en castellano claro, “morder la boca que te da de comer”; y por supuesto, lo que es “hacer un Tsipras”: negociar sin ninguna posición de poder, pensando que aquellos que tienen que salvarte son idiotas, y tú un cerebro privilegiado, para después, lógicamente, tener que claudicar con unas condiciones sencillamente durísimas.
Lo mejor para Grecia en particular, y también para la Unión Europea en general, es un poco de responsabilidad. Es cierto que Grecia lleva sufriendo lo indecible estos últimos cinco años, pero hay que reconocer que el planteamiento del actual primer ministro griego y su Gobierno ha sido, tan irresponsable, tan impresentable y tan pueril (el referéndum ha sido una especie de “rebota rebota que tu culo explota”), que, de todo lo que podía pasarle a Grecia, estas condiciones leoninas (mucho peores que las presentadas a Grecia hace apenas dos semanas) son “un mal menor”, por decirlo de una manera suave. Es cierto que el Sr. Tsipras no es responsable de la herencia que recibió; pero hoy, se puede decir, sin ningún atisbo de duda, que el único responsable de las condiciones que ha tenido que aceptar Grecia, y que sí o sí Atenas va a tener que pagar, es el Sr. Tsipras. Aquel que iba a liberar al pueblo griego de la opresión de la Unión Europea es el mismo que ha hundido aún más en el fango a sus compatriotas.
¿Qué futuro tiene Grecia? Lo tiene negro y difícil; claro que lo tendría mucho peor si la Unión Europea hubiese sido tan irresponsable como Tsipras y Varoufakis pero lo tiene bastante peor que hace dos semanas, o dos o seis meses. ¿Irá a peor? Nunca se sabe; habrá que ver si de verdad Atenas hace las reformas que tiene que hacer y se pone a solucionar el enorme problema que tiene que gestionar, en lugar de empeorarlo semana a semana. Por lo pronto, no se ha producido “Grexit” ni Grecia ha caído en lo más profundo del abismo; pero que nadie dude que ha faltado poco y que puede ocurrir de todo. Habrá que ver qué pasa en las previsibles elecciones anticipadas que ha anunciado el ministro de Trabajo griego, pero el futuro en el país heleno es muy incierto y hay pocas cosas peores para una sólida recuperación económica que la incertidumbre.
Juan Aitor Lago Moneo
Director del Departamento de Investigación
Constanza Business & Protocol School
Los griegos han votado «no» en uno de los referéndum más controvertidos que se han visto en Europa en décadas. Exactamente, ¿qué han decidido el 5 de julio de 2015 los griegos? Que no aceptan las condiciones de la Unión Europa para su tercer rescate. ¿Y qué supone eso exactamente? Entiendo perfectamente la frustración de un país que tras cinco años en el lodo y sufriendo severamente, se lance ahora a decir «no» a Europa. Lo que me temo es que no acaban de entender lo que esto supone. El único motivo por el que Grecia no ha caído en lo más profundo del abismo es porque la Unión Europea ha estado ahí para soltar dinero, cantidades ingentes por cierto, durante estos largos cinco años. Ese «no» es, al menos a mi parecer, un «no» claro a Europa, como he dicho antes, pero también a su dinero.
Veamos lo que está sucediendo, Grecia sigue necesitando, como el aire que respiran todos los griegos, la liquidez del Banco Central Europeo para que sus bancos no cierren, y el corralito sea un mal menor (sin el BCE, el sistema bancario griego se va a la quiebra, en lo que cualquier griego tarda en desayunar). A esto hay que añadir que si Grecia no hace frente a sus pagos, NADIE financiará nada ni al Estado ni a los particulares ni a las empresas griegas. Es decir, tendrán que ser capaces de subsistir con lo poco que les queda, y tratando de exportar todo lo que puedan, si es que pueden, porque Grecia no es ninguna potencia exportadora, ni industrial, ni de ningún servicios destacable, excepto en turismo, y habrá que ver qué turistas van a Grecia si tienen que llevar todo el dinero en efectivo encima porque los bancos no abren.
¿Puede Grecia salir del euro? En mi modesta opinión, sí. De hecho, ya no se trata de si debe permanecer en el euro o volver al dracma, ahora es algo muchísimo más grave, la pregunta ahora es si le merece la pena al resto de la eurozona contar con Grecia en este, en principio, club tan selecto. Lo que está haciendo Grecia es tratar de imponer sus condiciones a sus socios comunitarios, cuando, insisto, si no ha caído en un pozo negro, es, precisamente porque ahí han estado sus socios comunitarios, entre los que está España, soltando dinero.
Otra buena pregunta es ¿qué hará ahora la Unión Europea? No sé cuántos países se sentarán ahora a negociar con Grecia con la premura que querían su primer ministro y su ya dimitido ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, aunque imagino que no serán muchos los que tengan prisa ahora. ¿Prisa, para qué? La confianza en el gobierno griego por parte de los acreedores ya era nula hace semanas, con el resultado de ayer, 5 de julio de 2015, ni siquiera hay confianza en el pueblo griego, así que, ¿qué prisa hay en volver a sentarse con Tsipras y compañía? Sin duda, se volverán a sentar con Grecia el resto de socios comunitarios, aunque no creo que vayan a dar buenas noticias a Grecia, al menos, eso es lo que espera una buena parte del resto de Europa que hemos financiado rescates que han servido para bien poco. Irlanda ya está diciendo que si hay quitas en Grecia, ellos no quieren ser menos, y los portugueses no se van a quedar atrás. Y harán bien. Si el único que no paga, pone las condiciones que le parece oportunas, y el resto de la Unión Europea, sólo puede agachar la cabeza y poner más dinero ¿para qué pagar la deuda?
La semana que viene va a ser, sin duda, muy interesante, ya que Alemania quiere dar una respuesta directa y contundente, y mañana mismo va a buscar el apoyo de Francia, que también tiene mucho que decir. Algo que me dice que Tsipras y el «no» griego van a lograr algo que parecía imposible, que la Sra. Merkel y el Sr. Hollande muestren un mensaje y una imagen de unidad absolutas… Lo que son las cosas. Reino Unido y España secundarán esta postura franco – germana, Finlandia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda harán más de lo mismo, y los italianos no podrán dar un mensaje muy distinto. Sólo hay tres alternativas:
1º.- Se acaba todo apoyo a Grecia y los descendientes de Pericles y Leónidas caen en un pozo negro que durará entre 20 y 30 años.
2º.- La Unión Europea claudica ante Tsipras y se dará dinero a Grecia a cambio de nada.
3º.- Grecia acaba por aceptar las condiciones establecidas, a pesar del resultado del referéndum del día de hoy.
Cualquier cosa es posible, pero, lo que está claro es que el tiempo corre en contra de los griegos y de sus bolsillos. Algo me dice que la Sra. Merkel no tiene ninguna prisa en volver a ver al Sr. Tsipras, y eso, no es nada bueno para Grecia.
Juan Aitor Lago Moneo
Director del Departamento de Investigación
Constanza Business & Protocol School
Muchos son los alumnos que me están haciendo esta pregunta estos últimos días, y lo cierto es que esto es algo que llevo preguntándome desde el año 2010. Hasta la fecha, varios han sido los países que han necesitado ayuda por parte de la Unión Europea, Grecia, Portugal, Irlanda y España, y de este grupo, sin duda irlandeses, portugueses y españoles, sufriendo, eso sí, estamos cumpliendo muy bien. El coste y el precio que hemos pagado por esta crisis, y por los errores que nos llevaron a ella, han sido altos, y los hemos pagado, sin rechistar y sufriendo, que para sufrir, también hay que valer.
Según escribo esta líneas, el día 28 de junio de 2015, puedo leer en la prensa económica, que mañana lunes, los bancos griegos, no van a abrir sus puertas. Pero, para poder responder a la pregunta que da título a estas líneas, antes, se hace necesario responder a otra ¿qué está pasando en Grecia? La situación es absolutamente insostenible, Grecia lleva deambulando como un zombi desde finales del año 2010, y lo cierto es que, por más dinero que se ha inyectado, y por más ayudas que ha recibido, sus respectivos gobiernos no han sido capaces de dar una solución. Veamos, de manera muy somera, la situación del país:
1.- Estamos hablando de un país con una población de casi 11.000.000 de personas.
2.- Su deuda pública en 2014 era del 177% sobre el PIB
3.- Tiene un PIB per cápita de 16.300€
4.- Carece de grandes multinacionales que le aseguren una buena entrada de divisas
5.- Carece de bancos internacionales
6.- Tasa de paro alrededor del 25%
7.- Su economía decreció sin parar desde 2008 hasta 2013.
En Grecia, el problema es que su Administración Pública no es capaz de pagar todo lo que debe, y las previsiones de crecimiento de su economía son tan modestas (por no decir pobres), que parece imposible que la recaudación de impuestos permita a las arcas públicas contar con «posibles» para pagar el enorme volumen de deuda que tienen (enorme en cuanto a lo que el país produce). Hasta aquí, el problema financiero del país.
A esto, hay que añadir un problema de enfoque, o de «mayoría de edad», como diría la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. Los que me conocen saben que no tengo especial cariño ni apego al FMI, pero una cosa está clara, Grecia no ha caído al abismo porque la Unión Europea ha estado ahí para echar más que una mano. El nuevo enfoque de Grecia, y de su gobierno se basa en no estar dispuesto a llevar a cabo los ajustes que el país necesita realizar para que sea capaz de devolver el dinero que debe. La soberanía se demuestra y existe, en términos reales, cuando uno puede hacer lo que considera oportuno, y, para ello, debe ser económicamente independiente de los demás y nos guste o no, Grecia lleva sin ser independiente desde finales de 2010, cuando tuvo que pedir el rescate.
Grecia debería haber sido mucho más responsable, y no haberse endeudado hasta el nivel al que llegó (lo mismo podríamos decir de España, cuando en el año 2008, se negaba que hubiera una crisis y que hubiese que tomar ninguna medida a ese respecto, y aún hoy seguimos pagando esa irresponsabilidad), aunque también debería ser responsable ahora y entender que sólo hay dos caminos:
1.- El largo sufrimiento de unos ajustes durísimos, pero por desgracia necesarios, con todos los avales precisos por parte de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, y el Banco Central Europeo (si Grecia no ha sucumbido en las últimas horas ha sido gracias a Don Mario Draghi) .
2.- El abismo: esto es, una salida desordenada del euro, los bancos sin efectivo, y un sálvese quien pueda y que Grecia vuelva a una economía propia de postguerra.
Parece que la alternativa es el abismo. Y ahora es cuando, muy humildemente, voy a explicar lo que, en mi modesta opinión va a suceder en Grecia, y en el resto de la eurozona:
1.- Grecia sale del euro, y se queda sin el respaldo del Banco Central Europeo.
2.- Grecia vuelve al dracma, al que se da el valor que tiene en el mercado de divisas, lo que supone una devaluación, prácticamente inmediata de aproximadamente el 40%.
3.- Grecia hace default y el país, al completo, Administración Pública, empresas y particulares, se quedan sin acceso a mercados internacionales.
4.- Los bancos griegos se quedan sin liquidez y comienza el corralito griego, cuyo final nadie atisba a ver.
5.- Los empleados públicos griegos ven su salario reducido un 35% al menos, porque el gobierno no tiene con qué pagar.
6.- Debido a la devaluación del dracma, se dispara la inflación, no porque los griegos consuman, sino porque las importaciones se hacen carísimas (de hecho hay que pagarlas por adelantado porque nadie confía en la capacidad de pago de las empresas, gobierno y particulares griegos), y, sobre todo la energía, se pone por las nubes.
7.- Esta inflación hace creer al gobierno actual de Grecia que la solución es imprimir más dracmas para «enchufarlos» en los bancos, pagar pensiones y salarios a empleados públicos, lo que genera aún más inflación (si alguien no cree que esto ocurre que pregunte a cualquier alemán que ocurrió en su país en los años 30 del siglo pasado).
8.- Es demasiado caro comprar, y es demasiado caro producir, y el abastecimiento es cada vez más caro porque las importaciones se han vuelto carísimas, lo que supone que las empresas ven sus ingresos caer aún más, y hacen lo único que pueden hacer, recortar gastos, despidiendo personal, y lo hacen cada vez a mayor velocidad y volumen.
9.- El gobierno griego, sin comprender lo que está sucediendo, y totalmente desorientado, emite una ley por la cual despedir es prácticamente imposible, lo que supone que la tasa de paro se encuentre cerca del 40%, y el mercado negro se multiplique por tres.
10.- Ante este panorama, apenas hay consumo en el mercado regulado, las inversiones prácticamente han desaparecido, y el poco ahorro que se produce se realiza en los colchones de las casas, ya que nadie se fía ya de los bancos. Esto hace que los ingresos de la Administración Pública sean cada vez menores, lo que lleva al gobierno griego, que sigue sin saber lo que está ocurriendo, a subir impuestos, sobre todo, IRPF, sociedades e IVA, y, por supuesto, crean un impuesto especial a los ricos del 80%. Esto último tiene muy poco impacto sobre las clases pudientes de Grecia, que, a estas alturas (me refiero a hoy, domingo 28/06/2015), ya tienen su dinero fuera del país.
Todo se decide esta semana, el futuro de Grecia está en juego, y la eurozona se verá, sin duda, severamente afectada. Tanto Irlanda, como Italia, Portugal y España verán subir sus primas de riesgo, y la bolsas sufrirán caídas, que no serán pequeñas. ¿Aguantará la eurozona? Creo que sí, serán unas semanas duras, sobre todo la primera. De lo que no estoy tan seguro es de si Grecia aguantará. A veces me pregunto ¿qué pensaría Pericles de todo esto?
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