Departamento de Investigación
Constanza Business & Protocol School
Desde hace casi un mes, mientras el mundo centraba su atención en la posible salida de Grecia de la zona euro, ha venido acaeciendo otro fenómeno, cuyas consecuencias serían mucho más destructivas para la economía mundial que el temido “Grexit”. Hablamos del más que presumible pinchazo de la Bolsa de China, la segunda más importante del mundo si juntamos sus tres principales parqués: Shanghai, Shenzhen y Hong Kong.
Las alarmas empezaron a saltar a finales de junio: sólo en la segunda quincena de ese mes, el Shanghai Composite Index, principal índice bursátil del país, se había hundido un 25%. Asimismo, pese a que el Banco Popular de China (regulador central del sistema bancario) realizó una agresiva política monetaria de naturaleza expansiva y bajó los tipos de intereses, la hemorragia en el parqué no se cortó. De hecho, hace una semana, el 27 de julio, las Bolsas de Shanghai y Pekín sufrieron su mayor caída en una sola sesión desde 2007; en concreto, el Shanghai Composite se dejó un 8,5% y el CSI-300 (índice de las Bolsas de Shanghai y Shenzen) sufrió una debacle similar. En total, el mercado de valores chino se ha dejado un 14,3% en el mes de julio, su peor mes desde agosto de 2009. Sólo la Bolsa de Hong Kong parece aguantar la caída.
¿Cuáles son las causas de la espiral decreciente en la que parece haberse instaurado el mercado de valores chino? ¿Ha entrado o corre riesgo de entrar el gigante asiático en barrena? Para empezar, analistas de distintas instituciones como Bank of America, Credit Suisse o Black Rock han venido avisando de la sobrevaloración de las acciones del parqué chino, al tener un Prices per Earning Ratio medio de 70 sobre 1; esto es, tenían un precio 70 veces superior a los beneficios de las compañías (la media mundial se sitúa en 18,5 sobre 1). A ello hay que unir el uso obligatorio de split de títulos para distinguir entre inversores chinos e inversores internacionales. Este derrumbe, no cabe duda, puede tener efectos catastróficos sobre la economía del país. De hecho, decenas de inversores minoristas, sin conocimientos en el ámbito financiero, han invertido grandes cantidades en Bolsa… y ahora pueden perderlo todo. En tan sólo mes y medio, se han volatilizado la friolera de tres billones de dólares, cantidad equivalente a tres veces el PIB de España. Hablamos, pues, de uno de los mayores cracks bursátiles de la Historia en términos absolutos.
Al mismo tiempo, aunque el PIB de China aumentó un 7% en el segundo trimestre, dicha cifra indica una ralentización en el crecimiento del país; a ello hay que unir los crecientes temores por síntomas negativos como el decrecimiento del transporte de mercancías, el retroceso del PMI de manufacturas, así como la caída de compra de cemento y, sobre todo, de la demanda de materias primas para el consumo energético. A ello hay que unir que la deuda privada china es del 200% del PIB y resulta especialmente nociva en el sector inmobiliario y de la construcción; de hecho, multitud de empresas, especialmente aquellas que son propiedad del Estado o de empresarios cercanos al Gobierno, han realizado multimillonarias inversiones en infraestructuras y viviendas que no han resultado rentables, lo que puede arrastrar al sector financiero, especialmente el controlado por el régimen de Pekín, a pérdidas multimillonarias. En definitiva, ¿corre China también el riesgo de que, además de un crack bursátil, estalle su temida burbuja inmobiliaria?
El Gobierno de Pekín, además de la ya mencionada política monetaria expansiva, ha tomado otras medidas como: crear un fondo de especialización bursátil; implantar una moratoria de seis meses para que evitar que salgan al mercado nuevas acciones; y prohibir que los directivos y máximos accionistas vendan sus títulos bursátiles con el fin de evitar que el parqué siga cuesta abajo y sin frenos. Veremos qué panorama se cierne sobre China, pero de saltar por los aires la segunda economía del mundo los efectos no tardarían en llegar al resto del mundo dada su influencia decisiva en la aldea global.
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