Ai Se Eu te Pego, Brasil

Juan Aitor Lago Moneo

Director del Departamento de Investigación

Constanza Business & Protocol School

 

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Fuente: cnnespanol.cnn.com

Siempre pensé que Brasil caería primero, que después vendría China y que todo ello sucedería a comienzos del segundo trimestre de 2017. Sin embargo, si bien ambas economías están sufriendo y ni siquiera han comenzado a sufrir ni la más mínima parte de lo que está por llegar, ha sido al revés: China ha flaqueado y Brasil se lamenta. Y todo ha comenzado todo en este 2015, que está suponiendo, sin lugar a dudas, un cambio interesante en la economía global.

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Cristo del Corcovado de Río de Janeiro, gran icono de Brasil. Fuente: consumerinstinct.com

¿Qué está pasando exactamente? El problema de Brasil es que China ya no es capaz de crecer como lo hacía antes. Hace unos días comentamos lo que está pasando en China y uno de sus principales problemas es que la demanda interna no es capaz de tirar como lo hacía anteriormente; es decir, los chinos no gastan con la alegría con la que solían hacerlo no hace tanto tiempo. Eso supone que sus fábricas no producen lo que solían producir y, por lo tanto, tienen menos necesidad de materias primas. Esto último es, precisamente, lo que ha unido a Brasil y a China durante los últimos 15 años como nunca antes: China ha sido el principal cliente de las materias primas brasileñas, y como ya no compra como antes, Brasil, no tira como antes, ni muchísimo menos; de hecho, está empezando a sufrir lo suyo:

* En lo que va de año la bolsa ha caído un 22%, y lo que te rondaré morena.

* Su moneda, el real, ha perdido un tercio de su valor respecto al dólar, en este 2015.

* A cifras del segundo trimestre, la economía se ha contraído un 1,9%, entrando en recesión tras dos meses de decrecimiento, y esto sólo ha comenzado.

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Fuente: latercera.com

A esto hay que añadir que la inflación acumulada durante estos últimos años de locura -o como yo los llamo, los años del “Ai se eu te pego”– ha hecho que las familias brasileñas no puedan consumir como antes, porque todo resulta más caro. En principio, esto se resolvería de manera automática en unos trimestres, ya que, al reducirse el consumo, también bajarían los precios, sin embargo, aunque esto se produzca hasta cierto punto, las familias brasileñas deben hacer frente ahora, a varios problemas:

1º.- La devaluación de la moneda les ha hecho perder aún más poder adquisitivo, ya que, ahora, las importaciones son más caras que antes.

2º.- Aunque las exportaciones deberían tirar para arriba debido a la devaluación de la moneda, lo que Brasil exporta -o al menos esa ha sido una de las bases de su modelo económico- son materias primas; y son los emergentes los principales consumidores de las mismas, y los emergentes, con China a la cabeza, comienzan a enfriarse. Y, lo más probable, es que se queden “helados” en apenas unos trimestres.

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Favelas versus viviendas modernas, una imagen de contrastes habitual en Brasil. Fuente: larepublica.pe

3º.- Créditos, de todo tipo: al consumo, y, desde luego, hipotecas. Los brasileños, al igual que los españoles, irlandeses o norteamericanos, no lo pueden evitar: todos nosotros llevamos un potencial “terrateniente” en lo más profundo de nuestra alma, lo que supone que se han lanzado durante estos últimos años a la adquisición de viviendas, las cuales han sido financiadas vía hipotecas. Tampoco se han quedado atrás las ventas de coches, la mayoría, a su vez, financiadas. Lo mismo ha pasado con bienes de equipo para el hogar, cuyas ventas han sido altas, y, en muchos casos, han sido financiadas vía préstamos. ¿Cómo van a pagar los brasileños sus créditos si pierden sus puestos de trabajo y, por ende, se ven reducidos sus ingresos? Esta es la pregunta del millón cuando se acerca o, en este caso, llega, una recesión económica. ¿Cómo afectará esto a los bancos que operen en Brasil? Dependerá de la duración del periodo de dificultad económica. Si éste es largo -como parece que será en el caso de Brasil y también en el de China-, los bancos se verán afectados de una manera muy negativa, ya que, los créditos, han contribuido, y mucho, al gasto y las inversiones realizadas por empresas y familias en Brasil en estos últimos años de enorme crecimiento. Esto es algo que los españoles, estadounidenses, irlandeses y portugueses conocemos muy bien, porque suena mucho a septiembre de 2008.

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Bolsa de São Paulo, principal mercado bursátil de Brasil. Fuente: squarespace.com

La crisis brasileña es diferente a la de las hipotecas subprime que saltó en EEUU en julio de 2007 en muchas cosas pero, sobre todo, en su origen. La crisis que ha azotado Estados Unidos y Europa desde, sobre todo, 2008, es de origen financiero, se originó en el sector financiero, y después se transmitió, como no podía ser de otra manera, a la economía real. En el caso de Brasil es al revés: es la economía real la que está dejando de tirar y es el sector financiero el que, más temprano que tarde, se verá afectado, y, a su vez, tirará aún más hacia abajo, de la economía real.

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Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. Fuente: elmanana.com.mx

Sin duda, las cosas se van a complicar mucho, no sólo en China y Brasil. Otros emergentes se verán afectados, ya que los mercados financieros tenderán a castigarlos a todos, si bien, lógicamente, no a todos en la misma medida. En el caso de China, debido a su relevancia en Asia, afectará, sin lugar a dudas, a todo el continente; de hecho, habrá que ver cómo reaccionan Rusia -que tiene sus propios problemas- e India, para mí, sin lugar a dudas, el gigante dormido -tengo muchas ganas de ver también todo lo que pueden hacer economías como México, Colombia y Perú en el presente siglo, que debería ser el suyo-. En el caso de América, Brasil es la economía más importante de Sudamérica y la segunda del continente tras Estados Unidos, lo que, sin duda, afectará a la región, más de lo deseado, pero, quizá, menos de lo que podría. Digo esto porque hay países como México, Chile o Perú, que, al tener tratados comerciales con Estados Unidos, tienen posibilidades de aguantar algo mejor, si son capaces de sacar partido a dichos acuerdos.

Todo apunta, pues, a que se produce un nuevo cambio en el marco internacional; cómo va a afectar a la economía global, lo veremos en poco tiempo, como he dicho hace unos días, tras los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Río de Janeiro en 2016 quedará todo más claro, aunque nada hace parecer, al menos por el momento, que China y Brasil sigan creciendo a los ritmos a los que se habían acostumbrado los últimos quince años de este siglo.

Devaluaciones en China

Juan Aitor Lago Moneo

Director del Departamento de Investigación

Constanza Business & Protocol School

 

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Fuente: eleconomista.es

¿Qué está pasando en China? Muy simple y complicado a la vez: que se está desinflando. Esto es lo que tienen los ciclos económicos, que son cíclicos, y, nos guste o no, al menos en economía, lo que sube, tiene también que bajar. ¿Es posible que una economía crezca de manera ininterrumpida, per secula seculorum? Reconozco que en el año 2005 era de los que pensaba que los ciclos económicos, tal y como los habíamos conocido hasta entonces, con subidas y bajadas, habían desaparecido; y pensaba que era posible mantener crecimientos sostenidos durante enormes periodos de tiempo. Lo cierto es que lo sucedido desde julio de 2007 me ha convencido de lo contrario; y es que la realidad supera siempre a la ficción.

China lleva ya muchos años creciendo a ritmos enormes en base a dos premisas:

                1º.- Enormes cifras de exportaciones.

                2º.- Fuerte crecimiento de la demanda interna.

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Puerto de Quingdao (China). Fuente: manzanillo.mexicoxport.com

Lo que ambas cosas generan es un incremento de ingresos para las empresas y rentas para las familias, y, a mayores niveles de renta, mayores niveles de gasto: es ley de vida. Cuando la demanda sube, suben también los precios, es decir, la inflación. Cuando todo se encarece, incluida la mano de obra, se pierde competitividad. Hay que recordar que el modelo económico chino se basa en una enorme cantidad de mano de obra a un precio baratísimo. Lo que pasa es que, aunque parezca mentira, producir en China ya no resulta tan barato, y los altos niveles de precios para los flacos salarios chinos, además de altos niveles de endeudamiento para la adquisición de viviendas y otros bienes, han hecho que la demanda interna haya menguado, y que la capacidad de exportación de China ya no sea la que fue. De nuevo, lo que ha pasado es que China ha perdido competitividad en estos últimos años de fortísimo crecimiento.

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Obrero trabajando en una fábrica de China. Fuente: blogs.globalasia.com/ivanmanez

¿Qué va a suceder a partir de ahora? Los emergentes van a sufrir en general, sobre todo, Brasil y China, pero, en general, veremos como la confianza de inversores se va perdiendo paulatinamente hasta que, tras los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, comience una larga y turbulenta espiral hacia abajo para estas economías. Debo decir que siempre pensé que este acusado descenso que se producirá prácticamente después de los JJOO, no se iba a producir hasta el segundo trimestre de 2017. Me temo que me equivocaba. De hecho, siempre creí que estos «problemas» por lo que han pasado (y están pasando), las economías brasileña y china, no llegaría hasta el cuatro trimestre de 2016. Parece que estos tiempos se están acortando, y ambas economías dan claras señales de agotamiento, y están tirando por dos motivos:

– Brasil: esta economía sigue funcionando, con algunos problemas, fruto de los vaivenes en el mercado de divisas, porque aún no se ha terminado de construir todo lo necesario para los Juegos Olímpicos. Una vez estos terminen, la cosa se pondrá muy fea, me temo (espero de verdad equivocarme).

– China: el Gobierno está haciendo verdaderos esfuerzos por ganar competitividad, seguir exportando, y que la burbuja inmobiliaria no se lleve por delante la tenue clase media china, y parte de sus bancos. La cuestión es, ¿durante cuánto tiempo se podrá aguantar esta situación?

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«Ciudad fantasma» de Kangbashi (distrito de Ordos, Mongolia Interior, norte de China), que estaba destinada a ser el «Dubai chino». Fuente: i.kinja-img.com

Lo bueno de los ciclos económicos es que cuando uno está sufriendo una crisis, si se hacen las cosas como hay que hacerlas, éstas terminan. Lo malo es que, cuando está en la cresta de la ola, lo único que puede venir es peor que lo que hemos pasado. Si algo he aprendido del periodo 1997-2014 es que las economías se basan en ciclos y que éstos siempre vienen y van. Otra cosa que he aprendido es que suelen ser parejos, es decir, a un periodo económico de bonanza, le sigue uno de dificultades igual de grande: a más bonanza, mayores dificultades, y, por lo general, tienden a durar lo mismo.

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Fuente: republica.com

Ya veremos qué sucede en los próximos meses, aunque, insisto, preveo un final de 2015 algo complicado para todas las economías emergentes -sobre todo la china y la brasileña- y un 2016 duro, sobre todo, los trimestres III y IV, ya que, tras los Juegos Olímpicos, y lo que éstos arrastran, pueden venir años difíciles. Puede preguntar lo que sucedió en España tras la Expo y los Juegos Olímpicos del año 1992, a cualquiera nacido en 1973 o antes, y ya verá cómo se acuerda a la perfección.

Previsión de crecimiento de la economía española por encima del 3% en 2015

Juan Aitor Lago Moneo

Director del Departamento de Investigación

Constanza Business & Protocol School

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Fuente: tutelabancaria.com

El servicio de estudios de BBVA considera que la economía española podría crecer por encima del 3% este año 2015. La verdad es que 2015 está siendo un buen año en lo que se refiere a información económica, sobre todo a nivel macro. ¿Es posible que España vuelva a crecer a ritmos previos a la crisis? Si, desde luego que sí. No son pocos los que han dicho estos últimos años que España nunca volvería a crecer como lo hizo entre los años 2000 y 2007, y, si bien he pasado mucho miedo con lo que podría ocurrir, sobre todo en los años 2008, 2009 y 2010, siempre he pensado que la economía española podía recuperar la senda del crecimiento. Del mismo modo, también pienso que esta crisis que dejamos atrás, no será la única que viviremos.

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Fuente: bolsa.com

Cuando estudiaba Teoría Económica en la Universidad, a finales de los años 90 y principios de los 2000, me enseñaron que los ciclos económicos, son entre otras cosas, cíclicos, y que no había periodo de crecimiento sin periodo de recesión, ni crisis económica sin solución. Lo cierto es que, en el año 2005, al igual que muchos, empecé a creer que el nuevo siglo había traído un nuevo modelo económico, según el cual, era posible periodos de crecimiento y prosperidad, prácticamente ilimitados. En el año 2007 aprendí que, como bien me habían enseñado en las aulas, las ciclos económicos se suceden, y a uno expansivo y de crecimiento, le seguiría uno de decrecimiento.

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Fuente: i.blogs.es

A comienzos de esta crisis, en julio de 2007 (a pesar de lo que muchos dijeron en enero y febrero de 2008, esta crisis comenzó en julio de 2007, con la crisis de las hipotecas subprime en EEUU), pensé que esta crisis sería tan dura y tan larga como la gran depresión que comenzara en 1929 y que no terminó hasta 1939, y que fue, al menos en cierto modo, responsable de lo sucedido en Europa en la década de los años 40 del pasado siglo. Me convencí de ello cuando, en septiembre de 2008, Lehman Brothers quebró, y me di cuenta de que si en su día cayó el Imperio Romano, como no podían caer bancos, de la categoría de Citi, donde trabajé 6 años y al que sigo guardando un enorme cariño, que, por cierto, al igual que la práctica totalidad del sistema financiero norteamericano, tuvo que ser rescatado por la Reserva Federal, el Banco Central de EEUU.

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Fuente: globedia.com

Durante todos estos años de crisis, he pensado que los emergentes, sobre todo los BRIC sufrirían, sobre todo a partir de abril de 2017, y que sería entonces cuando volvería la confianza a EEUU y la Unión Europea, y con ella, un flujo de dinero que haría posible la recuperación. Desde el año 2010, estoy convencido de que hay una burbuja inmobiliaria en Brasil y en China, que terminaría por explotar, irremediablemente, tres trimestres después de finalizar los Juegos Olímpicos en 2016. También pensaba, en el año 2009, que a pesar de todo, la tasa de desempleo en España llegaría, como mucho, al 20%.

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Fuente: madrilonia.org

Lo sucedido con el mercado de divisas, la recuperación inapelable de la economía estadounidense, las caídas de precios en el mercado de materias primas, y la desaceleración de economías como Brasil, Rusia o China, y las tasas de paro en España, me han hecho ver que me equivocaba. La Unión Europea ya no es un problema para nadie, ni lo es el euro, ni los mercados financieros encuentran rentabilidades en la especulación en estos mercados, y parece que los principales mercados emergentes comienzan a dar síntomas de fatiga. En otras palabras, se están desinflando. Esto me hace ver que lo que yo creía que ocurriría en el tercer trimestre de 2017, sucederá antes. La economía brasileña, con todos mis respetos, llegará como buenamente pueda hasta los Juegos Olímpicos de 2016, y al igual que sucediera en la España de 1992, aguantará un poco más, pero no mucho más, quizá un trimestre, y, como mucho, sobrevivirá hasta 2017 gracias a la Navidad y al consumo de los brasileños. Una vez Brasil sufra, y estalle su burbuja inmobiliaria, a China le ocurrirá lo mismo, aunque, como es lógico, sus autoridades financieras se lanzaran a comunicar que son dos mercados con muy pocas semejanzas, y, aunque tengan toda la razón en esto, para cuando hagan este comunicado, la crisis inmobiliaria, habrá comenzado también en este país.

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Fuente: 20minutos.es

¿Qué pasará mientras en España? 2015 terminará con muy buenas cifras, sin duda, si bien, desde Constanza Business & Protocol School no creemos que sean tan buenas, lo más probable es que el crecimiento de la economía española se queda este año en el 2,8%, que es una cifra enorme teniendo en cuenta de donde viene la economía española. ¿Cuánto tardará el mercado de trabajo en recuperarse, en España? Llevará unos años, seguramente volvamos a niveles previos a la crisis en el año 2018 o 2019, y es que, el país necesitará crecer entre el 2,5% y el 3% de manera anual durante al menos tres ejercicios seguidos para bajar de una tasa de paro del 14%, lo que supone que, a efectos prácticos, en el año 2020, la economía española debería ser una locomotora funcionando a todo gas, con todas las ineficiencias que eso genera, tal y como hemos aprendido con lo sucedido entre los años 1997 y 2007. Podemos concluir por tanto que las cifras mostradas por BBVA Research son barajas--644x362enormemente esperanzadoras, en primer lugar porque son estimaciones realizadas por una entidad de primer orden, con profesionales que saben bien de lo que hablan, y en segundo lugar, porque muestra una clara tendencia al crecimiento, al menos en el corto plazo.

El impacto del dólar

A
los que fuimos niños en los años 80 y adolescentes en los 90, y españoles,
cuando nos tocaba viajar fuera, siempre sufríamos con nuestra añorada, para
algunos, peseta. No es que le tuviéramos manía a nuestra divisa, ni mucho
menos, pero, cuando tocaba comprar algo fuera de España, sobre todo cuando
íbamos a EEUU o a Reino Unido, todo se nos hacía aún más caro. Tener una divisa
débil, tiene muchas desventajas, ya que las importaciones salen sensiblemente
más caras, y se sufre todavía más los vaivenes en los precios del petróleo,
sobre todo cuando el precio sube. Eso sí, una divisa débil, o más débil que los
mercados con los que uno suele interactuar, tiene dos claras ventajas:
                1º.- La empresa es más
competitiva porque es más barata cuando exporta, de esto saben mucho en Japón, de hecho cada vez que
el dólar se deprecia, el yen va rápidamente
detrás, pero cuando el dólar sube su valor, el yen se lo toma con mucha calma.
               2º.- Cada ingreso realizado
fuera del país, al repatriarlo, tiene un valor muchísimo mayor, ya que al cambiarlo por la divisa
nacional, más débil, «cunde» muchísimo más.
Las
multinacionales (y las que no lo son también), estadounidenses están sufriendo
sobre manera el impacto del dólar. ¿Qué quiere esto decir? La confianza en la
economía de EEUU está en lo más alto, está creciendo de una manera casi
robusta, y ha dejado atrás por mucho tiempo la nefasta gran recesión que llevó
a la quiebra a su sistema financiero, y que casi acaba con la zona euro. A esto
hay que añadir que los emergentes se están desinflando, China no crece como
antes y es cuestión de tiempo que explote su burbuja inmobiliaria (explotará,
que nadie lo dude, cuanto más tarde lo haga, peor será), Brasil parece que
aguantará hasta las olimpiadas y poco después claudicará, y Rusia, y sobre todo
su divisa, no lo pasaba tan mal desde los años 90… Sólo India parece estar
aguantando, pero no es suficiente. La confianza que había en los emergentes ya
no es tal, y los inversores internacionales quieren volver a lo seguro y han
decidido apostar a caballo ganador, y EEUU siempre es un pura sangre por el que
apostar, por muy elevada que sea su deuda pública.
Esto
supone que el dólar se aprecia respecto a otras divisas, y, para los mercados
de capitales esto puede ser muy bueno porque el dinero fluye a toda velocidad
hacia los bancos estadounidenses, pero esta apreciación del dólar hace
muchísimo daño a los estados financieros de las multinacionales de EEUU. ¿Por
qué? Que se lo pregunten a los Departamentos de Consolidación, que en estos
momentos deben ser un mar de lágrimas en el país de Sam Adams. Al consolidar
las cifras de negocios de unidades de negocio y filiales en España, Francia,
Colombia, México, Japón, Chile, Malasia o Perú, se deben convertir todas las divisas
a dólares, y ahí, las cifras de negocio menguan, porque el euro, el yen, el
peso colombiano, el peso chileno y otras divisas, pierden valor, en palabras de
nuestras abuelas, el dinero que se ha hecho en estos países, cunde menos. Esto
es lo que se conoce como el riesgo divisa, y afecta a todas las multinacionales
del mundo. Cuando trabajé, en el año 2000 en Saint-Gobain, la compañía más
antigua de Francia (es anterior a la misma República), lo pude comprobar por mí
mismo. Al consolidar las cifras de negocio de países con divisas más débiles
que el franco francés se perdía valor. Como decíamos en el Departamento de
Consolidación en París, «todo un año de durísimo esfuerzo realizado por
nuestras filiales, para que se pierda un 5%, 10%, 15% o 20% de su valor al dar
a una tecla». Esto es precisamente lo que está pasando en EEUU y lo que le
está ocurriendo a muchas de sus empresas, como General Motor, Pepsi o P&G,
que están viendo cómo el efecto de la fluctuación en las divisas les está
afectando de una manera muy negativa. Algo muy parecido le ocurrió a H&M
entre los años 2010 y 2013, cuando, en plena crisis del euro, la corona sueca
se apreció y mucho frente al euro, lo que supuso unas cifras no muy halagüeñas
como grupo.
¿Durante
cuánto tiempo ocurrirá esto? Personalmente, siempre he creído que los
emergentes se desinflarían a base de un fortísimo estallido de la economía
brasileña en el año 2017, para ser más exactos, en el segundo trimestre, unos 8
meses después de las olimpiadas. Ahora ya no estoy tan seguro. Creo que lo que
ocurrirá es que los emergentes irán desinflándose, poco a poco, sin llegar al
drama, hasta las olimpiadas en Brasil del próximo año, 2016. Después de eso,
quien sabe, aunque, personalmente, veo difícil que los emergentes vuelvan a
crecer. Al menos en lo que respecta a China a Brasil, creo que tienen una
crisis inmobiliaria muy severa, que repercutirá de una manera muy negativa en
su economía, y esto tiene que aflorar, sea el año que viene, sea en el año
2017. Por ello, estimo que la fortaleza del dólar se mantendrá, al menos lo que
queda de 2015, y habrá que estar muy atentos a 2016, aunque, por ahora, nada
hace presagiar que esa fortaleza del dólar no se vaya a mantener durante el año
que viene y el siguiente, aunque, como he dicho, tendremos que estar muy
alertas.
En
lo que se refiere a la zona euro, en cuanto se hayan despejado las dudas sobre
Grecia, que seguramente termine llegando a un acuerdo con la Unión Europea, y
con lo se denomina ahora como «el grupo de Bruselas», y cuando las turbulencias
fuertes lleguen a los emergentes, verá como el euro se aprecia de nuevo, lo
que, será muy bueno para atraer capitales, pero no tanto para exportar ni para
atraer turistas. Por ahora, a España le interesa un euro débil, unos tipos de
interés bajos, y un precio del petróleo, y de la energía en general, bajo, y
eso es justamente lo que parece haber ahora, por fin. ¿Se mantendrá mucho
tiempo? Me temo que no, el precio del petróleo está subiendo de nuevo, y todo
parece indicar que llegará a los 60 dólares por barril a finales de este año.
Eso sí, un euro débil supone más exportaciones para la zona euro, y lo que
necesita ahora mismo Europa es exportar todo lo que pueda, reducir deuda
pública, estabilidad económica y política, y un mercado laboral que funcione.
Como
ya he dicho, habrá que estar muy atentos este año al comportamiento del dólar,
al de las economías emergentes, a las decisiones de la Reserva Federal y del
Banco Central Europeo, y, cómo no, al precio del petróleo. Hemos pasado en
Europa la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial (en el caso de
España, desde la Guerra Civil), y aunque parece que llega la calma, tendremos
algunas turbulencias aún, aunque comparado con lo que hemos pasado, peccata
minuta.